miércoles, 12 de julio de 2023

La ciencia de los banderines

 

Último día de clase antes de las vacaciones de julio. Día de fiesta en el liceo. Una manera distinta de encontrarnos, de compartir una jornada diferente: decorar el liceo, juegos recreativos en el patio, show de talentos en el hall, cantina de salado, dulce, bebida y golosinas para recaudar dinero para los paseos de fin de año.

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Docentes y alumnos entramos ese día a primera hora como cualquier viernes. Me toca con 7°2. Paso lista y anoto en el pizarrón el cronograma de la jornada de la fiesta. Varios se sorprenden: ¿decorar el liceo?, ¿maquillaje artístico? ¿Quién va a traer? ¡A nosotros no nos avisaron! Propongo algo:

En el salón de la huerta hay hilo, papel, colores. Hagamos lluvia de ideas sobre qué podemos aportar a la decoración con los pocos recursos que tenemos.

Única propuesta de la "lluvia" (muy escasa, como acompañando la emergencia hídrica, pero muy oportuna: banderines.

Vamos al salón de la huerta (salón contenedor junto a la huerta, con mesitas agrupadas en seis mesas).

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Acerco los materiales de que disponemos: rollo de papel camilla, lápices de colores, silvapenes, crayolas, tijera, hilo de nailon. 

¿Cómo hay que sentarse? ¿Como queramos?

Identificamos 5 necesidades:

  1. Decidir la forma y el tamaño de los banderines, desperdiciando la menor cantidad de papel posible.
  2. Medir el largo de los banderines y estimar la cantidad de banderines que se necesitan.
  3. Dibujar los diseños que se van a pintar en los banderines 
  4. Pintar.
  5. Enhebrar los banderines en los hilos.
Mientras tanto, en el hall del liceo, varios grupos ya están colgando globos y otros elementos decorativos. Una compañera de 7°2 plantea su inquietud:

¡Debemos apurarnos porque ya están terminando de decorar. Y todavía no empezamos!

Se me vino a la mente la frase "...despacio que estoy apurado", atribuida a Napoleón Bonaparte mientras lo vestían para una reunión importante.

Los estudiantes de 7°2 ya se habían sentado según libre preferencia, y algunos se "habían escapado" en busca de algo más interesante. En la mesa 6 se sentaron dos compañeros que de inmediato se pusieron a probar distintas formas (triangular, forma de casa), bordes (liso, "cocodrilo") y tamaños.

La forma de casa es buena pero nos decidimos por triángulos de borde liso. ¿Cómo trazamos un triangulo? Uno de los dos compañeros fue en busca de sus útiles de geometría. 

El rollo de papel tiene medio metro de ancho. Pregunto: 

¿haremos los triángulos de todo el ancho del rollo (50 cm) o de la mitad (25 cm)? 

Un argumento a favor del triángulo grande fue: aquí en el salón parece demasiado grande pero en las dimensiones del hall no se verá tan grande. Lo mismo ocurre con los semáforos en la calle. 

Pero al final nos decidimos por hacer más cantidad de triángulos en menos tiempo, y también gastar mejor el papel: en un metro de papel, trazamos una línea media. Hicimos marcas cada 20 cm para trazar dos triángulos, uno de un lado y otro del otro lado de la línea media. Se obtienen 18 triángulos por cada metro de papel. Repasamos las líneas con marcador grueso y lo usamos de molde o patrón. 

El grupito encargado de decidir la cantidad y largo de los banderines, ya vino con los hilos cortados: serán 5 hileras de banderines, cada uno para un lugar diferente. Luego, otro grupito cortó 5 papeles de 1 metro. Cada papel se ponía sobre el molde y se calcaban las líneas. Se propuso hacerlo sobre una ventana o iluminando con la linterna del celular pero no fue necesario.

Escribí en el pizarrón: 18 x 5. "Esta es la cantidad de triángulos que van a salir", dije. "Noventa", me dijo uno de los "ingenieros arquitectos" encargados de crear los triángulos. "Entonces es como 15 x 6", le acoté. "Y como 10 x 9", agregó. Multiplicaciones equivalentes. 

Y así comenzó a funcionar la producción en serie:

  1. Un grupito calcaba el molde.
  2. Otro grupito recortaba los triángulos.
  3. Dos grupitos decoraban los triángulos con distintas técnicas y diseños.
  4. Otro grupito, que fue a buscar una perforadora, iba enhebrando los triángulos en cada uno de los cinco hilos. Y luego... ¡a colgarlos!     

***

El tiempo se pasó volando. Posiblemente una hora y media (reloj). En un momento sonó el timbre y varios alumnos reclamaron sus 5 minutos de recreo. Estuve de acuerdo. Sin embargo, la gran mayoría siguió haciendo lo que venía. Recreo difuso. Tiempos y espacios más flexibles.

Se llegó a pintar casi todos los banderines pero quedaron unos cuantos sin enhebrar. Los guardé en una caja. Enrollamos y rotulamos el molde, por si se necesita hacer banderines en otra oportunidad.

Emergieron roles, facetas y participaciones en algunos estudiantes, que no había visto durante este medio curso. Roles como el de coordinador (que tenga una visión más alta que la de cada grupito). Participaciones como las de los diseñadores de la mesa 6. 

Sentí que había una conciencia de grupo. El desafío fue aceptado como grupo: ¿qué aporte es capaz de hacer 7º2 a la decoración de la fiesta? Ningún otro grupo fabricó banderines.

Luego de la fiesta, mientras ordenaba el "campo de batalla", me di cuenta: esta fue una clase con metodología activa; esa clase a la que quiero llegar pero me cuesta tanto encontrar el camino, encontrar la forma de encenderla, de conseguir la mezcla de ingredientes adecuada. 

En esta memoria de lo acontecido, podría encontrar algunos ingredientes básicos:

  • Situación auténtica
  • Desafío adecuado
  • Docente presente, atento y activador
  • Agrupamiento flexible
  • Tiempo y ambiente flexibles

***

Aclaremos: no hay una clase ideal y perfecta, porque no hay un solo tipo de estudiantes. Por eso se necesitan distintos momentos durante un camino o secuencia didáctica. Según Melina Furman (Enseñar distinto, 2021, p. 115) : 

  1. expositivos
  2. de exploración vivencial
  3. de práctica individual
  4. de reflexión sobre aprendizajes
  5. de evaluación y retroalimentación.   

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