martes, 17 de septiembre de 2013

¿Estrategias para lectores (y estudiantes) inexpertos?

Me pregunto si debemos enseñarle esas estrategias, adiestrarlo en ellas, o simple y directamente ponerlo en situaciones de estudio lo más significativas, potentes, a la vez que sencillas, para que pueda aceptar el desafío y poner en juego lo que sea capaz (y un poquito de ayuda que él mismo pida) para resolverlo.  
Pienso que otro ángulo de este asunto es la mala relación con el estudio que en general existe y se edita y reedita con nuestros alumnos. Entonces, mi prédica es asociar el estudiar con el entender-aclarar-responder, o sea, experiencias y logros positivos... aunquea menudo no se trate más que de un machaque y un deseo desesperado de alguien que está en otra generación y en otra sintonía...

Guías del curso para el tutor

¿Qué tal si cada profesor, una vez que el tutor le avisa que le están viniendo alumnos suyos (y cuáles son), elabora una guía sobre el tema que está dando (o la parte del tema que está dando en estas semanas y se la envía al tutor, como para que éste trabaje en un terreno conocido con los alumnos y los pueda apoyar y reforzar en lo que el profesor está trabajando, y eso, como tú dices, repercuta positivamente en su motivación, tenga impacto positivo en ese curso?

¿Para qué son las tutorías?

1. ¿Las tutorías nos plantean el desafío de generar actividades diferentes a las desarrolladas en los cursos? Me pregunto: ¿qué tan diferentes? Se me ocurre que en la tutoría debemos tratar de romper con "la clase": eso que hace el profesor, y mientras, el alumno se escabuye a conversar con un compañero (aunque sea por señas), o se refugia en su galaxia mientras escucha que el profesor habla y habla...

La tutoría no puede ser un tet a tet por que no hay un solo alumno, pero tampoco puede ser arrojarle viento a 8, 10 o 12 alumnos durante más de 5 minutos. ¿Entonces? Entonces, se puede plantear un menú de cosas para hacer, dadno más o menos libertad para que decidan en qué para aprovechar el tiempo; pero el tutor sabe en qué está cada uno, va moderando y modulando lo que vca haciendo cada alumno, va de aquí para allá incansablemente repartiendo palabras y materiales, un "seguí por ahí", un "mejor por allá".

Entonces, si las clases del curso tiene básicamente 2 momentos: 1) el hablarles a todos para presentar algo para hacer, para comunicarles algo, para discutir un concepto o explicación, y 2) cada alumno trabajando de a uno, de a dos o de a más, mientras el profesor va y viene; entonces las tutorías talvez potencian ese momento 2, que permite además alguna charla mano a mano.

¿Y qué se hace en una tutoría? 1) Se ordena el cuaderno, 2) se repasa para una prueba, 3) se ejercita el estudio: entender un encargo de estudio pregunta-guía/ leer/ extraer ideas claras, respuestas/ elaborar y expresar esa respuesta o idea que uno pudo conseguir, 4) terminar o rehacer una tarea que se hizo en la clase del curso.

Entonces, quizá la tutoría no difiere tanto del curso, sino en el tiempo y cercanía que uno puede dedicar a cada alumno.        
 
2. ¿Si los estudiantes son derivados a las tutorías es porque no pudieron aprender los contenidos disciplinares a través de las actividades planteadas a todos los estudiantes?
Bueno, sí: ¿por qué no sigue el curso determinado alumno: por qué no entrega las tareas, por qué no participa, por qué le va tan mal en las pruebas? Y las causas pueden ser variadas y múltiples. ¿Entonces? ¿Qué podemos hacer los tutores?

3. ¿Cómo van a resolver las pruebas de las asignaturas, si trabajamos en tutorías con otras propuestas? Esto lleva a establecer el o los objetivos del espacio de tutoría. ¿Están establecidos, escritos, fijados en algún documento? ¿O hay cierta libertad - o ambigüedad- en esto?

Los tutores corremos el riesgo de meter la mano en el plato, o sea, enseñar un concepto, plantear cosas de un modo diferente y a veces contradictorio a la del colega que da el curso, lo cual puede jugar en contra; pero también puede lograr un diálogo con el alumno, una sintonía que el colega no está logrando (no está llegando a ese alumno), y esto último compensa, creo, con creces el riesgo anterior.

Parecería que el tutor debe ir con cautela en esto: conocer el obrar de su colega para no destruir o hacer un tembladeral de lo que el colega está trabajosamente construyendo. Pero tampoco ser el tutor un simple reforzador de lo que hace el del curso. Otro modo de verlo: el tutor debe intentar mejorar, reestablecer, la relación de ese alumno con la materia, el curso y, si es posible, con (el trabajo de) el profesor de ese curso.  

Además, el espacio de tutoría es un espacio valioso de evaluación, en el sentido que allí pueden emerger cosas qe el tutor observa, y que el colega en el curso no pudo observar, y que son datos muy valiosos para que el profesor del curso tenga una visión más real y completa del alumno.

4. Pero, ¿cuándo debe el profesor revisar sus criterios de evaluación y de acreditación? Es bueno salir a la cancha y trabajar  teniendo unos criterios fuertes en evaluación y acreditación; pero tampoco ser inflexible e impermeable a revisarlos. Pero me pregunto que tanto margen hay para que haya distintos enfoques y criterios para evaluar y acreditar, y que tan bueno es que los haya... Da para otro capítulo.

sábado, 14 de septiembre de 2013

¿No se trata de que todos aprendan lo mismo sino que aprendan algo?

Se trata de que todos logren tener un conjunto de valores-actitudes, procedimientos-habilidades y conceptos básicos, y que puedan ejercitarlos en las situaciones que se dan en la clase (aula) durante los 9 meses del curso.
Algunos serán receptivos a mis orientaciones, a mis enseñanzas, mejorarán sus producciones, perseverarán; algunos con constancia, otros con altibajos; algunos tendrán la confianza como para echar mano a sus propios saberes, habilidades y opiniones; algunos arriesgarán y se expresarán con sus propias palabras, y acertarán y se equivocarán, y trabajarán con sus errores sin maldecirlos ni ocultarlos con vergüenza.
Y otros no podrán sintonizar mi lenguaje, no confiarán en mis intenciones, no se animarán a intentarlo.
Y entre estos 2 extremos hay un variadísimo y heterogéneo abanico de personas únicas en momentos únicos de sus existencias. Y uno pretende tocar fibras y alentar espíritus y sacar lo mejor de cada uno.
Esto mismo se podría dar en un grupo de edades parecidas o diferentes, que se reunen todas las tardes o todos los fines de semana con un educador que los contiene, les pone límites con suavidad y firmeza, les enseña valores, los ayuda a forjar un proyecto de vida, los escucha y los comprende, les da participación en algunas decisiones, organizan salidas y actividades, o simpremente conversan sobre lo que le pasó a cada uno ese día o esa semana.
Eso mismo se podría dar en un curso de enseñanza media donde hay un programa para adaptar y llevar a cabo, donde hay una serie de reglas que cumplir, donde hay conductas aceptables y optras inaceptables, donde hay un tiempo para permanecer en ese salón y hacer ciertas tareas, y una obligación de cumplirlas y entregarlas, donde hay una necesidad de aprender ciertas cosas que pautan los adultos (necesidad impuesta como lo es respirar o alimentarse).
Pero hay una diferencia muy marcada: en el curso hay que aprobarlo demostrando una suficiente cantidad y calidad de cosas: tareas, rendimiento, asistencias, buena conducta, conceptos, esfuerzo, buena actitud, responsabilidad.
En ambos casos todos aprenderan algo: un algo que está entre el casi nada y el mucho. Pero en el segundo caso, el encargado del curso deberá evaluar y acreditar si se ejercitó suficiente o no. Deberá calibrar su vara, tratando de hacer justicia entre personas y situaciones de vida únicas.
Todos tienen el mismo derecho de aprender lo más posible lo que el educador y las oportunidades de aprendizaje que promueve tienen para ofrecer, la mejor calidad posible. Y un mismo curso.
Al mismo tiempo, cada persona es diferente y tien un prisma diferente para tamizar e integrar las experiencias de aprendizaje. Al mismo tiempo diversidad y unidad; individualidad e igualdad. Esto es posible en la naturaleza, en la sociedad y también en las aulas. Es posible si se plantea como un fin ético; exige una construcción, una atención.
Entonces, la pregunta del título puede plantear una dicotomía falsa. Todos deben aprender sobre lo mismo y aprenderán algo, pero debe ser algo suficiente.
Hay 9 meses para intentarlo, para que el balance y el proceso sean positivos.   
Entonces