En este 2013 ha habido cambio en la
Dirección del Liceo por lo que aún no tenemos Proyecto de Centro.
Mientras tanto podemos abrir el tema
para ponerlo en consideración: ¿qué tanto influye un proyecto de centro en la
vida del estudiante individual? ¿Qué tanto permea los muros del aula?
Claro dependerá de lo que entendamos por
‘proyecto de centro’. Puede ser solo un papel, puede ser un documento; una
declaración de voluntad; una presentación de una gestión, de un año de trabajo;
una serie de metas e instrumentos de los que se deberá dar cuenta; la
materialización de todo un trabajo de acuerdos y esfuerzos por actuar en
comunidad, por integrar los esfuerzos de 45 minutos.
Pero podríamos también entender como
proyecto de centro la suma o integración de las diversas prácticas de los
profesores (sobre todo los que tienen continuidad año a año), adscriptos, y
demás actores de las institución hacen que el Liceo 20 sea como es. El proyecto
de centro de hecho. Sería buen
ejercicio que nos preguntemos ¿cómo es el Liceo 20? ¿Qué sabe hacer bien
nuestro liceo? Si tuviéramos que ir a una escuela y “vender” la propuesta del
liceo, ¿qué diríamos?
¡Ah!
Pero si me olvidé de unos actores de tremenda influencia: las prácticas de los
propios estudiantes. ¿Cuánto será lo que aprende un joven en el liceo de los
adultos y de sus pares? ¿Cuánto más eficaz y convincente será una y otra, a
pesar de lo desigual de los tiempos?
Una forma –tan solo una- de ver esto es
que las intenciones y objetivos legítimos (¿pero legitimados?) de la Dirección de
un liceo deberán atravesar–convencer, liderar, respetar, comprender, mejorar,
enseñar, armonizar- 2 barreras bien sólidas y complejas: las prácticas (con sus
ideas y valores) de los profesores; y las
prácticas (con sus ideas y valores) de los jóvenes que vienen al liceo.
¿Cómo se hace? ¿Cómo se logra? ¿Es un
trabajo de la Dirección? ¿O es un trabajo de todos?